Cada lugar que visitamos en la tierra nos regala una vibración específica. Por ejemplo, cuando visitamos la costa, ella nos ofrece amplitud, movimiento e indución a la contemplación y ralajación.
Cuando visitamos las montañas, ella nos inspira a producir y a observar nuestras vidas desde una perspectiva diferente.
Igualmente cada parte de la tierra nos ofrece vibraciones especificas que contribuyen a nuestros procesos mentales, emocionales y espirituales a evolucionar y a adquirir nuevas frecuencias energéticas.