Friday, December 11, 2015

El ladrón del flujo de la vida

He estado expuesta a los efectos sutiles que la mente tiene sobre el flujo de la conciencia. Fue en una clase de meditación que pude experimentar una unión de escuchar puramente y una presencia activa, y se expuso la diferencia entre los comandos internos y el flujo natural.

Estaba sentada, como de costumbre en mi silla de meditación, sosteniendo el espacio de meditación, para un pequeño grupo de estudiantes. A mi lado estaba una nueva integrante del grupo, quien nos contó cómo ella misma vive la meditación.





Después de reflexionar sobre el tema del trance hipnótico de la mente, comenzó la meditación y le sugerí al grupo que para comenzar tomarán una respiración profunda y se concentrará durante unos minutos en el flujo de la respiración. Estuve observando mi respiración como punto de partida para centrarse y conectarse a la solicitud del momento. Así mismo, me di cuenta de la respiración forzada de la persona que estaba sentada a mi lado. Fue una de esas inhalaciones en donde me di cuenta de una brecha entre su flujo de vida y el mío. Cada vez era más evidente para mí, que mi respiración no tenía ninguna autoridad, lo que significaba que no estaba respirando por mí misma, la respiración me estaba sucediendo y yo simplemente estaba observándola.

Fue un momento de contemplación lúcida mientras estaba observando el flujo de la conciencia. Fue un acontecimiento divino que dio una animación a mi cuerpo. Mi “yo” no tenía nada que hacer con la fuerza vital que me estaba sucediendo. Se convirtió en un fenómeno observado.

Lo que estaba curioso es que la persona que estaba a mi lado estaba haciendo grandes esfuerzos para mantener la concentración y obligando a la respiración a fluir con el ritmo y la profundidad de lo que ella pensaba que era la “manera correcta”.

Tenía una idea, un concepto del “cómo”, ella no estaba escuchando el momento presente y a lo que su espacio único estaba requiriendo de ella. Estaba claro para mí, que en ese momento, ella estaba quitando la vida de su ser, su mente conceptual estaba robando literalmente la fuerza de la vida de ella. Esto no dejaba lugar a la conciencia pura de la vida y el amor para vivir su experiencia.
También fue claro para mí que para estar plenamente conscientes, necesitamos recuperar la consciencia de la mente. Nuestros cómos y conceptos nos impiden escuchar y permitir la emergencia de nuestras partes reales y naturales.

Sin duda es un trance de la mente que nos hace escuchar lo que ella quiere, y cuando esto sucede, dejamos de escuchar y detenemos el flujo de la vida, detenemos la oportunidad del cambio, y dejamos de experimentarnos a nosotros mismos de una forma astuta y fresca.

Hasta que nosotros identificamos y dejamos de obedecer esta parte de nuestra mente, escuchamos y aplicamos lo que queremos con el fin de permanecer sin cambios y solo escuchamos lo que refuerza nuestra edad, lo que sabemos y lo que creemos.

Vivimos cuando permitimos que esto fluya, nos encanta cuando nos preocupamos y respetamos el flujo divino espontaneo.

Conforme progresamos en nuestro viaje espiritual, en un momento dado tenemos que soltar lo que sabemos. Y tenemos que confiar en que nuestra práctica diaria nos ha educado para responder de cerca a nuestra forma natural, acércanos a la naturaleza de nuestra propia identidad. Es un acto de confianza, un acto de presencia, integridad e inocencia


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